Antes de que siga con lo que empecé la semana pasada, voy a darle un hueco al concepto de ruido, el cual nunca me había preocupado en definir, pero que también merece un espacio en estos artículos.
Defino como ruido todo sonido que supere lo apreciable y distorsione lo estable. Ya sabemos que es una de las causas de preocupación en las grandes ciudades. En España se calcula que al menos nueve millones de personas sufren de algún tipo de contaminación acústica.
Es normal que sea algo preocupante, ya que: afecta a la comunicación, distorsiona la música, altera la audición del personal, produce daños auditivos e incluso alteraciones psíquicas.
Pero vamos al meollo de la cuestión. Hoy quiero hablaros de las propiedades del sonido.
Para ello, tengamos claro que la acústica es la parte de la física que analiza el sonido. Esto no es ni mucho menos reciente. Ya Pitágoras y su escuela se encargaron de poner en el mapa tales asuntos.
Según la acústica, el sonido es la vibración que se transmite por el aire en forma de ondas. Llamaremos cuerpo vibratorio a todo aquello que desprenda estas vibraciones. Puede ser una campana, un instrumento o nosotros mismos cuando nos damos manotazos en la barriga.
Las propiedades de ese sonido son la altura, la intensidad, la duración y el timbre. Pasemos a definirlas:
- Altura: Es la frecuencia en la que vibra el cuerpo que emite el sonido y permite ordenar los sonidos de graves a agudos.
- Intensidad: Es el tamaño o altura de la onda de sonido que encontramos en la fuerza con la que se produce un sonido. Comparemos la intensidad de un grito y de un susurro.
- Timbre: Es la forma que adopta la onda de sonido, lo que permite distinguir qué tipo de sonido proviene de un instrumento musical. De este modo podemos saber si un violín está produciendo un do o un mi.
- Duración: Es la medida en el tiempo de cada sonido y se indica por medio de las figuras. Dado que la música consiste tanto en sonidos como en silencios, cada figura cuenta también con un signo que indica un silencio correspondiente a su duración.
Teniendo esto claro, podemos pasar a un tono más histórico.
¿Cuál fue la principal preocupación de los músicos en los tiempos ágrafos?
Lo has adivinado. Fue que la música no se podía conservar por medios orales y dado que esa transmisión oral no les iba a funcionar, tuvieron que inventar un sistema de escritura musical llamado notación.
Fueron las civilizaciones orientales las que establecieron sistemas de escritura musical competentes, algo que se refleja en el avanzado desarrollo de su arte musical.
En occidente, los primeros que emplearon escritura musical fueron los griegos en el siglo V a.C. Utilizaban su alfabeto para representar la música en el papel, pero era algo complicada, por lo que se abandonó rápidamente y mientras el método griego salía por la puerta, siglos más tarde, el sistema de notación con neumas entraba por la ventana.
Este sistema era utilizado en la edad media medieval por los sacerdotes para llevar la cuenta de las notas musicales de los cantos en las liturgias romanas.
Dibujaban signos a distinta altura según lo graves o agudos que fueran. Esta altura era totalmente imprecisa y el sistema se limitaba a ser un recordatorio para los intérpretes.
Al final se elaboró un sistema que consistía en una línea de referencia que situaba la nota fa, arriba y debajo de la cual se ubicaban otras líneas donde se escribían más notas.
El creador de este sistema fue el monje italiano Guido d´Arezzo, que vivió en el siglo XI. Este es el origen del pentagrama, que en principio tenía cuatro líneas, lo que llamaron tetragrama. Dos siglos más tarde agregaron la quinta.
La música se hizo cada vez más sofisticada y era necesario fijar los parámetros del ritmo para determinar la duración de cada nota.
La escritura de las duraciones comenzó a emplearse durante el primer tercio del siglo XIII, asignando figuras a cada nota. Poco después (más o menos), en el siglo XV, se empezaron a utilizar las notas redondas y las negras, dando origen al sistema de figuras que seguimos usando a día de hoy.
Voy a parar aquí antes de que esto sea la leche y esperando que la lectura os haya sido amena y, con suerte, instructiva.
La semana que viene os hablaré de la relación y organización de los sonidos en el papel pautado.
Daniel
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