jueves, 9 de marzo de 2023

Descubriendo a... Jim Morrison

Jim Morrison y el patinaje sobre hielo cuesta arriba
Jim Morrison, conocido como el Rey Lagarto y vocalista de The Doors, fue un icono sin parangón en los años 60. Se distinguió por su voz y sus letras llenas de poesía. Morrison se convirtió en uno de los líderes de la contracultura, influencia que ha mantenido muchos años después de su muerte. Su personalidad conflictiva y excesos con alcohol y drogas le precipitaron a una muerte prematura.
La personalidad de Jim Morrison era difícil de llevar y estaba llena de contradicciones. Por un lado, era un intelectual y poeta de gran talento, graduado de la Universidad de California en literatura. Era impulsivo y autodestructivo, con una tendencia a actuar sin pensar en las consecuencias. Se enorgullecía de su falta de autocontrol, una actitud que se reflejaba en su comportamiento errático en el escenario y en su vida privada. 
Además de su faceta autodestructiva, Morrison también tenía un lado oscuro y misterioso que a menudo desconcertaba a amigos y fans. Era conocido por sus hábitos solitarios y por ser el amo de la noche, y se decía que pasaba horas en los cementerios y otros lugares sombríos en busca de inspiración para su música. La fascinación por la muerte y la oscuridad se reflejaba en muchas de sus letras, y se dice que estaba obsesionado con la idea de que moriría joven, algo que iba siendo cada vez más pertinente conforme sus hábitos se intensificaban. 
Los excesos de Jim Morrison con el alcohol y las drogas fueron legendarios. A menudo se le veía en público borracho y errático, y se decía que era propenso a las rabietas violentas cuando sus borracheras alcanzaban cierto punto. Morrison era conocido por el uso de LSD, y se dice que a menudo se sumergía en viajes psicodélicos prolongados. Su consumo de drogas y alcohol lo llevó a tener problemas con la ley, incluyendo un arresto por indecencia pública después de un concierto en Miami en 1969.
A pesar de sus excesos, Jim Morrison seguía siendo una figura carismática y magnética para muchos de sus fans. Su presencia en el escenario era electrizante, y su voz profunda y apasionada era inolvidable.
A día de hoy se le considera un grande a pesar de la vida que llevó. Algo nada sorprendente ya que muchos compartieron sus excesos y desavenencias con la ley. Si el talento se cobraba un precio, la vida parecía ser el pago a cambio. Personalmente me alejo de esa idea de que las drogas aporten un extra de talento. Sería una apología barata y sin fundamento, aunque esos viajes más allá de la consciencia pudieron mostrarle algo que no habría visto en condiciones normales. Pero muchos consideran que el talento se define como la capacidad para saber interpretar artísticamente los estímulos de la vida diaria, así que démosle a Morrison lo que es de Morrison, las drogas ya se llevaron todo lo demás. Algunos cabrones se empeñan en patinar sobre hielo cuesta arriba. 

Daniel



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