Stephen King es sinónimo de cultura popular. Pocos la reflejan con tanta exactitud como él en sus libros. Tiene una capacidad de crear conexiones entre individuos y elementos comunes de la época que logran cristalizar en el tiempo. Uno de estos elementos es un Plymouth Fury del 58 que sirve de centro para su historia ‘’ Christine ‘’, un coche con independencia propia desde la malvad que hace lo propio contra los adolescentes de la zona.
Unimos este coche con una larga lista de canciones que acompañan el inicio de cada capítulo. En cierto sentido, se convierten en una línea alternativa de narración dentro de la novela. En las letras de las canciones citadas, va dando pistas sobre las idas y venidas que los personajes van a tener. Esto es especialmente poderoso en la adaptación de John Carpenter, donde el tema y la técnica se unen para ofrecernos el vistazo y la escucha.
La música cuenta con la capacidad de encapsular la verdad de las distintas épocas. Cuanto más convulsa es la época, más grande será el recipiente de la canción. De ese modo, gente como Bruce Springsteen ha podido cimentar un inicio de carrera con resonancia popular dirigido a la américa trabajadora, convirtiéndose este en símbolo de este colectivo. Esto suele funcionar de fondo en una historia, pero si atendemos a los detalles, comprobaremos cómo lo que antes era algo que funcionaba al margen logra abrirse camino en la narración para formar parte de ella.
Hay que alabar el trabajo de investigación y adecuación que King lleva a cabo en su novela, estableciendo conexiones entre personajes, sucesos y ambientes sociales del momento. En Spotify podréis encontrar listas de reproducción increíbles que recopilan muchas canciones mencionadas en el libro. No todas. Me temo que esa es una tarea que me va a ser encomendada por las circunstancias en las que me muevo.
Recomiendo que os acerquéis a esta historia tanto en su formato original como en su adaptación. A fin de cuentas, hablamos de dos maestros en lo suyo como son Stephen King y John Carpenter.
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