lunes, 2 de septiembre de 2019

Nueva sección: Preferidos

EL DISCO QUE MÁS ME GUSTA DE: MANOWAR

Antes de nada, aclarar que esto no pretende ser una lista de los mejores discos. Hay gente más experta en música que yo por aquí como para hacer listas de ése tipo. Mi única intención es contarles algún chascarrillo de coleccionista y dejar por escrito cuáles son los discos que más me gustan a mí. Bueno, al turrón. El disco que más me gusta de Manowar es “Kings of Metal”, el sexto álbum de la banda publicado en 1988 y los motivos por los que me gustan son bastante subjetivos. Verán, hace años, cuando no existía Skynet (o Internet, como prefieran) era imposible bajarse un disco por la cara, así que si querías escuchar un disco o te lo prestaban o te lo comprabas ¿no? Pues no, había opciones baratas para obtener los discos. No tan baratas como las de hoy en día que son por la patilla, pero algo más baratas que pagar el precio original del disco. Bueno, estoy hablando de discos y en realidad al principio yo compraba casetes, que eran más baratos. Sí, esos chismes raros con agujeros que se rebobinan con un bolígrafo. En la plaza de Manuel Becerra había unos “emprendedores” que ponían una sábana blanca en el suelo y vendían copias en casete de los últimos discos que salían al mercado. Era una especie de “manta prehistórica”. Había unos reproductores de casetes que tenían dos pletinas por lo que podías copiar un casete. Incluso vendían casetes vírgenes para copiar canciones de la radio o para duplicar casetes originales. Ni que decir tiene que todos queríamos un radiocasete con dos pletinas. Para poder grabar sobre un casete sólo tenías que tapar dos agujeros que tenían en uno de los cantos. La carátula de los casetes que vendían nuestros “emprendedores” era una fotocopia en blanco y negro de la original. Y te podías encontrar de todo en aquellas sábanas, desde Rod Stewart a Police o Madonna. Y claro también había casetes a la venta de música Heavy. Un casete costaba 300 pesetas (1,80 euros) y si te llevabas dos te lo dejaban en 500 pesetas (3,01 euros). Lo normal era ir a medias con algún colega y así el casete te costaba menos. Pero yo un día me lié la manta a la cabeza y me compré dos casetes, “No Rest For The Wicked” de Ozzy Osbourne y el mencionado “Kings of Metal” de Manowar. Ni que decir tiene que ambos me gustaron mucho y puse los casetes una y otra vez hasta que les saltaron los muelles por los aires. Antes de que algún apóstol laico me eche algún sermón sobre la piratería, los derechos de autor y demás historias decir que cuando eres un chaval que casi no dispone de pasta, todas esas mierdas te importan tres pepinos. También he decir que la calidad de los casetes no era muy allá y cuando lograbas algo de pasta acababas comprándote los casetes originales primero y luego el CD cuando los primeros dejaron de venderse, así que los amigos de Manowar y el colega Ozzy han conseguido finalmente recaudar derechos por su obra. Cosa que quizá no hubiera ocurrido si yo no hubiera escuchado esos discos en un casete pirata de 300 pesetas. En aquella época me leía todos los cómics de Conan que caían en mis manos (bueno, y ahora también, ¡qué leñe!) y la temática del grupo encajaba muy bien con dichas lecturas. En éste álbum en concreto había incluso un corte, concretamente el nueve, titulado “The Warriors Prayer”, que no era una canción, sino la narración de un abuelo que le cuenta a su nieto una batalla en la que participó de joven y en la que pudo ver cómo cuatro jinetes lucharon contra todos los ejércitos del mundo. Hizo más por mi aprendizaje del idioma inglés ése corte que muchas clases del colegio, aunque a veces me metía en algún lío. Casi al final de la historia el abuelo cuenta cómo todo el mundo aclama a los cuatro guerreros con el grito de “Hail!, Hail!, Hail!”, una forma de saludar de los ingleses muy parecida al “Heil!” de los alemanes. Un día tenía tan alto el volumen que mi padre abrió la puerta de mi habitación y me dijo, no sé si asombrado o asustado: “¿Estás escuchando a Hitler?”. Le dije que no, claro, pero no se quedó muy convencido, la verdad. Y encima había otro tema titulado “Hail and Kill” para que no faltaran los Hails, Heils o lo que puñetas sea. Creo que durante algunos días tuvo miedo de verme aparecer por la puerta con la cabeza rapada o marcando el paso de la oca por el pasillo. Nada más lejos de la realidad, por cierto. El disco empieza con un tema muy rápido “Wheels of Fire” dedicado a las motos con lo que para mis lecturas de los cómics de Conan no me encajaba demasiado. Otro tema muy rápido también es el cuarto “Sting of the Bumblebee”, basado en un tema clásico de Rimski-Korsakov. El resto de los temas son los que más me gustan con grandes baladas como “Heart of Steel” y otros en los que la voz del cantante destaca como “Kingdom Come” o “Blood of the Kings”. En la edición en CD añadieron un tema de regalo titulado “Pleasure Slave” que no estaba en el casete. La ilustración de portada era obra de Ken Kelly que ha trabajado para grupos como KISS o Rainbow. Gran ilustrador de fantasía heroica para Manowar realizó portadas de otros discos como “Fighting The World” o “Louder Than Hell”. “Kings of Metal” fue el primer disco (o casete) de Manowar que escuché y quizá por eso me gusta tanto. En aquella época comprar un disco sin haberlo escuchado antes era una lotería. Aunque los amigos daban consejos sobre éste o aquél grupo te arriesgabas a comprar un casete de una banda que no conocías y que acabara por no gustarte. A mí me pasó en un par de ocasiones y por culpa de las dichosas portadas, además. Hoy en día es más fácil, lo escuchas gracias a Skynet y luego ya si te gusta te lo bajas o vas a comprarlo a la tienda. Sí, yo sigo comprando discos en las tiendas. Me gusta tener la caja, la carátula y demás. Bien es verdad que no tantos como me gustaría (dichosos cómics) y que muchas veces me voy a las ofertas, pero sigo comprándolos. Chúpate ésa apóstol de la antipiratería. Y me voy a quedar aquí que me estoy poniendo muy viejuno. Espero que les haya gustado. Les despediría con un “Hail!” pero quizá se asusten así que mejor lo dejamos en un “hasta luego”…



Telly Chavalas      



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