jueves, 17 de febrero de 2022

Descubriendo a... El Exorcista y Mike Oldfield

 Imagino que a William Friedkin le vino muy bien que Bernard Herrmann fuera insoportable y Lalo Shifrin un grandilocuente. Estos compositores fueron las dos primeras opciones de Friedkin para El exorcista. Nadie ni nada le pudo haber dicho qué música sería la adecuada para captar no solo el tono de la película, sino para calar de forma indeleble en la mente de los espectadores. Esa relación música-concepto es esencial y muchas veces es la salvadora de algunas películas. 

En el caso del Tubular bells de Olfield, ya venía con camino recorrido. En poco tiempo, se convirtió en uno de los álbumes más vendidos de la historia del rock. Algo sorprendente para alguien tan joven como Mike Olfield en esa época. Y aún más teniendo en cuenta la poca necesidad de atención que tenía el propio Oldfield. A día de hoy sigue siendo una gran obra y muy interesante de escuchar. Esa progresión marcada por la inclusión de instrumentos no deja de sorprender. 

Lo que pensara Friedkin a la hora de incluir las primeras notas de la primera parte de ‘’Tubular bells’’, solo Friedkin y el diablo lo saben, pero lo que sí está claro es que ambas obras se beneficiaron mutuamente hasta el punto de alcanzar la consideración de colaboración inmortal. 

Ahora podemos pensar que ‘’ Tubular bells ‘’ nunca fue considerada a una música terrorífica, pero pensemos por un instante en los millones de personas que descubrieron esta obra en su lanzamiento original. No como nosotros, en YouTube a los 12 años y con la cara de Regan en el vídeo. 

Eso debería darnos no solo una pista del poder de la sugestión, sino de la capacidad de acierto de alguien tan hábil como William Friedkin a la hora de tomar una decisión que afectaría a la película y a cómo la percibe el público. Porque no nos equivoquemos. La música ha sido el saludo de esta película allá donde ha ido. 

Daniel





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