Gustav Mahler y la superstición perniciosa.
A principios del siglo XX, Gustav Mahler, el famoso compositor de música clásica, compuso una serie de canciones de veinte minutos cada una. Las canciones se basaban en poemas de Friedrich Rückert con el título de ‘’ Kindertoten ‘’ (Canciones sobre niños muertos). Mahler enfrentaba una situación inasumible y lo que le llevó a elegir estos poemas fue la muerte reciente de dos hijos en un periodo de dieciséis días.
Cuando terminó de componerlas, le enseñó la partitura a su amigo y director, Bruno Walter, quien se preguntó si esto lo toleraría la moral actual, creyendo que esa música incitaría al suicidio. La mujer de Mahler también tuvo sus reservas al respecto. Le dijo que si era capaz de hablar de la muerte de niños mientras volvía a casa y abrazaba a los suyos. Según dicen, los poemas eran de tomo y lomo, y aún más en aquella época.
La fatalidad azotó de nuevo la casa Mahler cuando, dos años después de estrenar esta obra, su hija murió a los cuatro años de escarlatina y difteria. Por supuesto, todo esto provocó un aluvión de acusaciones y malos augurios, acusando a Mahler de haber jugado con fuerzas que no entendía.
Para más inri, la tragedia de su hija pequeña revivió sucesos pasados, revelando que nueve de sus catorce hermanos habían muerto de niños y que uno se había suicidado. Una situación delicada si todas las miradas están puestas en ti. No se sabe a ciencia cierta la relación que pudo tener Mahler con el esoterismo, pero se encontró un documento que confirma su presencia en una sesión espiritista en la etapa que vivió en Nueva York.
Mahler era supersticioso y temía con todo su ser morir a componer su novena sinfonía, como había pasado en el caso de Beethoven, Schubert o Bruckner, por lo que, tras su octava sinfonía, anduvo con pies de plomo.
Como no pudo ser de otro modo, Mahler murió antes del estreno de su novena sinfonía, alimentando la superstición y clavando un clavo extra en su ataúd.
Daniel
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