Mismo destino, distinto camino.
Siempre me he encontrado con el mismo problema a la hora de recomendar música clásica. Amigos metidos en un único estilo de música o que directamente niegan la posibilidad de algo nuevo. Hace años di con la solución a este problema.
Louis Clark, arreglista de la Electric Light Orchestra planteó una iniciativa magnifica a principios de los 80. Se aliaría con la Royal Philarmonic Orchestra de Londres para meterle unas buenas revoluciones a la música clásica. El rock orquestado se metió de lleno en la música clásica y de ello surgieron varios álbumes que hicieron un recorrido por los temas más destacables de la música clásica, dándole no solo una nueva capa de pintura, sino una vida para las personas que no estaban dispuestas a escuchar los conciertos de Brandemburgo o La flauta mágica.
Efectivamente, así fue para mis amigos también. Muchos de ellos me confesaron seguir escuchando música clásica después de escuchar estas versiones. Viene con esto un tema que es muy puñetero en música y en la vida: El prejuicio.
Rechazamos lo desconocido por sistema. A veces de formas poco formales y llevándonos todo y a todos por delante. A priori es algo que no corresponde al tratamiento de un arte, como la música. Pero la barrera de la ignorancia suele ser más gruesa que la de la tolerancia. Cuando se trata de amistades cercanas, el ánimo es el de animarles a que conozcan nuevas experiencias a fin de poder compartir con ellos lo que disfrutamos y para su beneficio personal.
Considero la existencia de estos álbumes un pequeño milagro. Del mismo modo que la creación a finales de los 80 de Los tres tenores expandió la ópera a un espectro más amplio del público, Louis Cark logró derribar la barrera del prejuicio, poniendo en contacto con la música clásica a mucha gente que se alejaba de ella por motivos poco claros.
De mis palabras podréis detectar una evidente afinidad por la música clásica, y así es, pero no más que otro género musical. Querer escuchar de todo te pone en contacto con más oportunidades de descubrir las maravillas que esconde la música. Como todos, tengo géneros que no son para mí. Y así lo he decidido tras no dar una, sino muchas oportunidades y en distintas circunstancias. Creo que hay que despojarse de ese cinismo que nos impide ver más allá o centrarnos únicamente en lo que tenemos delante. La zona de confort se convierte sin darnos cuenta en nuestra propia tumba en vida.
Aunque todo esto suene tópico, las buenas intenciones merecen caer en estas repeticiones. Te hablo directamente, detractor a priori: Eres más que lo que te define actualmente y, por suerte, hay mucho terreno inexplorado.
Daniel
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