Bueno, el título me ha quedado un poco, digamos, “llamativo”. Pero ya verán ustedes que no es para tanto. A diferencia del texto anterior les juro por Crom que éste se basa en hechos reales y sólo he cambiado algún que otro apellido para mantener el anonimato de los protagonistas. Se cuenta el pecado, pero no el pecador. ¿Se acuerdan ustedes de mi colega del colegio Juanjo “el genio”? El heavy que no parecía un heavy. Pues resulta que estábamos un día allá por los ochenta en una clase de ésas en las que los profesores te dejan estar a tu bola, probablemente porque alguno se ha puesto enfermo y no ha podido dar su asignatura. Total que cada uno estábamos a nuestras cosas. Los más responsables estudiando y los “raspas” como yo leyendo un cómic de Los Cuatro Fantásticos de Jack Kirby. Eh, si es tiempo libre, es tiempo libre. El profesor al que le había tocado vigilar la clase era el de religión, un señor con una gran barba negra pero sin ningún pelo en la cabeza. Era serio, educado y simpático pero lo justo. Pues estaba el hombre paseando cuando se paró delante del libro de religión del amigo Juanjo y le dio por echarle las manos para darle algún que otro vistazo. Yo estaba sentado al lado de mi amigo Juanjo y vi cómo de pronto se le ponía la cara pálida como un muerto. Y es que al colega no se le había ocurrido otra cosa que copiar en una de las primeras páginas del libro de religión la portada del primer disco de Venom “Welcome to Hell” (“Bienvenido al Infierno” para los que están peleados con el idioma de Shakespeare), nada más y nada menos el que dio origen al “Black Metal”. El tío lo había copiado muy bien y podía verse perfectamente el pentáculo con la cara de cabra dentro y todo. Se lo había currado el hombre. Para adornar había aderezado la ilustración con buen racimo de cruces invertidas y varios títulos de canciones de la banda “In League with Satan”, “At War with Satan”, “Sons of Satan” con la que llevaba un tiempo obsesionado. Intentaba convencer a todo el mundo de lo buenos que eran… El profesor se quedó mirando semejante despliegue de arte juvenil, dejó el libro otra vez sobre el pupitre y le preguntó muy serio: “¿Es usted satánico señor Ginés?”. El pobre no sabía por dónde salir. Creo que le explicó que eran de un grupo musical pero las risas de la clase ya se habían desencadenado. Desde entonces, de vez en cuando, alguien del grupo se ponía a su lado y le preguntaba muy serio “¿Es usted satánico señor Ginés?” La frase se convirtió ya en una coletilla cachonda. Además el amigo Juanjo pudo desarrollar también una pequeña guerra de religión con otra compañera, Beatriz, aficionada al grupo de rock cristiano Stryper y que de vez en cuando discutía con él sobre el particular. Se habrán quedado ustedes con la duda de si el señor Ginés era satánico. Era amigo mío y le conocía bien. Estuve varias veces en su casa y su padre era un currante y su madre una ama de casa. Mi veredicto es que no era satánico, simplemente era gamberro. Como cuando Ozzy Osbourne escribió “Satánico” en la casilla de “Religión” en un formulario para entrar en los Estados Unidos. Pues lo mismo, una simple gamberrada. Por lo menos a mí nunca me invitó a ninguna misa negra ni nada. A jugar a los videojuegos en su casa y a ver películas sí, pero a matar cabras vírgenes y cosas de esas nada de nada. Hombre, le pirraban los cómics y las películas de terror, pero a mí también, qué leñes. Esas cosas, hoy en día parecen ya de risa pero en aquella época todavía tenían su tirón, no se crean. En fin, hace mucho que no le veo y espero que ahora el amigo Juanjo no sea el sumo sacerdote de algún clan satánico y tal, pero oiga, si ha triunfado en la vida, me alegro por él y por sus cabras. Ea, hasta otra, y ya saben, como decían en aquella serie de policías: “Tengan cuidado ahí fuera”.
TELLY CHAVALAS
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