MÚSICA PARA ÉPOCAS TENEBROSAS
Se acerca ésa tenebrosa época del año en la que las calles se llenan de lucecitas de colores gilipollescas, elfos, gordos borrachos y sus renos también dipsómanos (la mascota siempre se acaba pareciendo al dueño), estrellitas, arbolitos y en general cualquier cosa que nos haga olvidar el nacimiento de aquél carpintero de Galilea por el que celebramos los fastos. Cosas del ser humano. Y como siempre en éstas fechas (bueno siempre que nos dejan las élites malignas que nos gobiernan y no nos meten en casa por un virus de dudoso origen) acabo pateando tiendas y grandes superficies en busca de títulos de manga para mi sobrina. La tía es una bromista de cuidado. Me pide cada cosa de regalo que flipas. Y mira que soy un comprador avezado de cómics. De hecho los ando acaparando en casa desde el lejano año del señor de 1982. Pero con los mangas rarunos que me pide suelo topar con un muro. Y ahí tienen ustedes a un señor cincuentón algo entrado en carnes levantándose las gafas para mirar los títulos en una estantería de una gran superficie comercial en busca del octavo número de la colección titulada “El amor de Mobuko”. Yo no sé quién es el tal o la cual “Mobuko” pero le recomendaría a sus familiares que se dieran una buena ducha porque el otro día me acordé mucho de ellos remontándome hasta el primer ancestro al que se le ocurrió bajar de un árbol para comerse un plátano. Espero que se lo zampara un dientes de sable al muy mamón. Luego de los fáciles de localizar como “Gintama” por ejemplo faltan números. Y no es cuestión de comprar el número 2, 3 y 4 sin tener el 1, no vaya a ser que esté agotado en la editorial y la caguemos pero bien. Me imagino a la bromista de mi sobrina mirando por algún tipo de cerradura mágica desternillándose de risa mientras yo escruto como un búho por cuarta vez la estantería a ver si me topo con el “Mobuko” de los cojones.
Total que andaba yo en ésas aventuras navideñas cuando me topé con una estantería con discos compactos. Bueno, me dije, voy a echarles un vistazo a ver si me encuentro algo barato. Sí, barato dice el iluso. Los cojones. De quince euros no bajaban y algunos trepaban hasta los 22 lereles e incluso más arriba. Y eso los que habían tenido suerte porque había algunos discos, de Blondie o B.B. King por ejemplo que no tenían precio. Ni pegatina ni nada oiga. A ver, porque uno no quiere meterse en jardines, pero oiga, póngale precio a las cosas no vaya a ser que venga un amigo de lo ajeno y se lo lleve alegando que al no tener precio significa que es gratis. Creo que lo hacen para que preguntes y luego lo acabes comprando por vergüenza o algo. Había un dependiente muy dicharachero hablando con otro en la sección de ordenadores y aconsejando que cuando le preguntara algo un cliente le mandara al fondo, a la sección de libros. Ahí, levantando el país, sí señor. Escaqueo lo llaman a eso en el ajedrez. Como no soy demasiado sociable dejé el disco de Blondie donde estaba y me marché a mi casa. Sólo pregunto si es imprescindible.
Y allí en la Tellygruta me encontré el disco que les traigo esta semana “Manifesto” de Roxy Music, el sexto de la banda inglesa que apareció en el mercado en marzo de 1979. No se dejen engañar por la portada, eso no es una fiesta de los estratos más altos de nuestra sociedad pasándolo bien. En realidad son un grupo de maniquíes que creó el propio cantante Bryan Ferry con la ayuda del diseñador de modas Anthony Price y la actriz Hilary Thompson. Así que ya sabe usted, se puede montar una fiestuqui de la gente guapa si va por ahí recolectando maniquíes desechados. Hay que currárselo y hacer bricolaje pero es posible. Ya saben, lo que otro humano ha hecho puede repetirse. Sobre todo si es una gilipollez que es lo único que copiamos hoy en día. A saber por qué yo tenía éste disco por ahí abandonado en las pilas sin escucharlo. Un error ya que trae grandísimas canciones como “Angel Eyes”, “Ain’t That So”, “My Little Girl”, “Cry, Cry, Cry” o “Dance Away” la que más me gusta del disco. Se tiraron cuatro años para crear el disco así que algo bueno tenía que salir. Aunque si eran como yo de niño seguramente se pusieron a currar los últimos seis meses antes de que saliera al mercado. Yo hacía igual con los exámenes, los estudiaba el día anterior. Así me ha ido. Ea, me voy a buscar al “Mobuko”. A éste paso voy a tener que llamar a un cazador de recompensas para echarle el guante. Ea, hasta otra y no olviden supervitaminarse ni mineralizarse. Y no se preocupen si esto último no les suena, cuando Ryan Reynolds estrene la nueva película de “Super Ratón” ya lo pillarán. Suponiendo que metan esa frase en la misma, lo cual ya es mucho suponer. Venga, no les quemo más las córneas con mis chorradas frikis. Hasta otra. Y cuidado con los gordos borrachos vestidos de rojo que se cuelan por las chimeneas…
TELLY CHAVALAS
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