viernes, 23 de septiembre de 2022

El Cajón de Telly Chavalas

MÚSICA PARA FRONTERAS FINALES

Es curioso, siempre me pongo música de Heavy Metal para leer Espada y Brujería y géneros vecinos como la Fantasía o el Terror. Sin embargo para leer Ciencia Ficción, ya sea un libro de relatos de Isaac Asimov o un cómic de Los Cuatro Fantásticos o de Superman siempre tiro de otro tipo de música como la de la Electric Light Orchestra, Pink Floyd, Joe Satriani o David Bowie. Es gracioso cómo uno se va fabricando manías estrafalarias propias a lo largo de los años. Últimamente me estoy peleando para terminar de leer por cuarta vez “El señor de los anillos” y me he puesto todo tipo de grupos desde Rainbow hasta Dokken pasando por Thin Lizzy, Metallica o Iron Maiden. Y fueron precisamente Iron Maiden los que de alguna manera me trastocaron mis planes estrafalarios sustentados en años de costumbre con su disco de 2010 “The Final Frontier”, decimoquinto álbum de la banda que tardó en salir nada menos que cuatro años. A ver, ya saben ustedes que el que mucho abarca poco aprieta y yo abarco más que el Imperio Terrano de Warhammer 40.000. Y como él tengo un montón de frentes abiertos (osea aficiones), cómics, películas, libros, discos, dibujar, acumular muñec… perdón, figuras de acción, algún que otro Hot Wheels, miniaturas para pintar… Vamos que me gusta todo y así no puede uno centrarse en nada. Recuerdo hace años a un tipo que vi en una tienda de segunda mano rebuscando cual topo adicto al Pervitín en un cajón lleno de cómics de Batman. Sólo compraba cómics de Batman. No le interesaba nada más. Tenía justo al lado la etapa completa de John Byrne en Los Cuatro Fantásticos y no le echó ni una mirada de interés. Éste tipo de aficionados siempre los he contemplado con algo de extrañeza y de envidia, he de reconocer. Se me hace raro dedicarme sólo a un tema ya que temo aburrirme de él al cabo del tiempo y me dan envidia porque su forma de coleccionar al fin y al cabo es mejor que la mía. Ellos sólo se dedican a eso. De hecho es un consejo que escuché años después en otra tienda en la que tenían cómics y figuras de acción de Star Wars. El dependiente le estaba aconsejando a un cliente que se centrara en un tema para coleccionar Star Wars. Figuras de Stormtroopers, bustos de Jedis, naves rebeldes, droides lo que fuera, pero que encontrara un tema concreto y centrara en él todos sus esfuerzos. Ya les digo que me parece muy sensato el consejo pero yo me conozco bien y sé que soy incapaz de aplicarlo. Me gustan demasiado muchas cosas y soy incapaz de centrarme en una. Quizá sea que desde pequeñito soy muy inquieto y tengo que estar haciendo algo y cuando me aburro busco nuevos entretenimientos. Así que no soy un seguidor “pata negra” de Iron Maiden. Cuando veo algún disco barato, lo compro. Éste lo compré en septiembre aprovechando dinero de un cumpleaños y por eso creo que pude adquirirlo a su precio normal y no rebuscando en las ofertas cual Skaven adicto a la piedra bruja que es lo que suelo hacer habitualmente con los discos. De hecho es una edición especial llamada Mission Edition que viene en una especie de lata y da acceso a material extra como juegos, fotos y vídeos. Por supuesto no tengo TODOS los discos de Iron Maiden, ni camisetas, ni pósters ni nada de nada. Y no gasto dinero en ir a verlos cuando vienen de concierto a mi ciudad, ni voy de viaje para verlos en otra. Me gustan pero “tengo otros pescados que freír” como decía Max Shrek (Christopher Walken) en “Batman vuelve” (1992) de Tim Burton. Pero éste sí cayó en mis garras y la verdad es que lo he disfrutado bastante. Tiene además la ventaja de que Bruce Dickinson es el cantante. Lo siento por otros vocalistas del grupo pero como ya les he comentado en otra ocasión, Iron Maiden sin Bruce Dickinson al micrófono me suena raruno, la verdad. Y lo que consiguió el dichoso “The Final Frontier” es trastocar mi orden de música para leer según qué géneros, más que nada por que el tema de disco tira mucho para la ciencia ficción, sobre todo hacia películas como “Terror en el espacio” (1965) de Mario Bava o “Alien, el octavo pasajero” (1979) de Ridley Scott en las que el género se mezcla hábilmente con el terror. De hecho casi han convertido a la mascota Eddie en una especie de primo segundo del xenomorfo que encuentra la tripulación del Nostromo en el planetoide LV-426 conocido también como Acheron. Así que ahora no puedo usarlo para terminar de leer “El señor de los anillos”. En fin, echaré mano del “Powerslave”. Menos mal que la siguiente novela en la pila es una de Warhammer 40.000 y nada pega mejor con esa lectura que “The Final Frontier”. Ea, tengan cuidado con los xenomorfos y las esporas micéticas. Cuídense mucho y disfruten todo lo que puedan. Caray, algún día les voy a soltar lo que decía Super Ratón: “¡¡No olviden Supervitaminarse y mineralizarse!!”

TELLY CHAVALAS



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