En 2017, ANTIFAN se engendraba con “Un daño”. Ocho cortes, incluido su hit “La Última Generación” junto a C. Tangana, acometidos en aquel momento por Jerva e I-Ace en formato dúo a través de cortes obscuros y una temática que se antojaba intencionadamente polémica. Dos años más tarde se habló de un giro hacia el post-punk en “Puede Ser una Mala Racha” (2019) y ahora, con “La Caída” (2023), el trío rompe con todas las etiquetas puesto que suman pop, electrónica, música de club o rock para hablarnos del absurdo de existir en un mundo que es difícil de comprender. Así, “La Caída” es una conversación entre el disco en cuestión, el libro homónimo de Albert Camus y una sitcom protagonizada por el trío madrileño. El absurdo que reina en la obra del autor francés ejerce una influencia directa en unas letras que dejan poso y en el carácter de un trabajo que contiene más preguntas que respuestas. “La caída” (1956) fue la tercera y última novela de la trilogía que completan el “El extranjero” (1942) y “La peste” (1947). A su manera, esta nueva entrega es el tercer larga duración de ANTIFAN, permitiendo establecer un paralelismo que no acaba ahí. El libro se basa en una conversación en la que el emisor no deja contestar a la otra persona. Jerva, convertido aquí en un predicador de la nada, dispara reflexiones, proclamas y consignas. Producido por Harto Rodríguez, Isidro Acedo y el propio Jerva, “La Caída” amplía los márgenes estilísticos de un imaginario que antes estaba más delimitado. El recitar ponzoñoso sigue ahí, pero observamos una evolución en la interpretación de Jerva. Es, a la vez, un trabajo abstracto y realista, no exento del punto de extrañeza necesario para resultar completamente adictivo.
En su afán por desafiar las lógicas de la industria, ANTIFAN se desmarcaba en este momento de su trayectoria con un artefacto audiovisual que convinieron en denominar sitcom rock. La banda buscaba rebelarse contra la imposición de hacer videoclips promocionales. Este hecho, lejos de ser anecdótico, pone de manifiesto que estamos ante un conjunto que se distingue por su inquietud y por su ambición artística. Dicho y hecho: se pusieron manos a la obra para tratar de crear algo absurdo, divertido, excéntrico, estrafalario, cutre y desconcertante.
Su concierto del 27 de octubre en Condeduque de Madrid será en una oportunidad única para vivir de cerca un directo salvaje, transgresor y que rompe con los estereotipos. Porque pensando sin límites se conquistan nuevos espacios.
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