jueves, 12 de septiembre de 2024

Descubriendo a... Las tesituras y los castrati.

Ni de lejos vamos a dejar atrás el tema de la voz. Esta semana vamos a ver las tesituras, o extensiones, de la voz. 
Podemos empezar a abordar esto desde una separación en dos grupos: voces de mujer o niño, también llamadas ‘’ voces blancas ‘’ y voces de hombre. Están clasificadas por su timbre y tesitura. 
Empecemos con los sopranos. Estas voces son las más agudas del registro vocal. Su nombre viene del italiano ‘’ sopra ‘’ que significa ‘’ alto ‘’. Para que nos entendamos, su principal cometido es llevar la melodía de la obra. Por nombrar a algunas conocidas, tenemos a Monsterrat Caballé, Céline Dion o Jessee Norman. La palabra soprano también se puede aplicar a los instrumentos de tonos más agudos, como el saxo soprano. 
Tenemos a las mezzosopranos que, por tesitura y timbre, ocupa el lugar intermedio entre la soprano y la contralto, llevando a veces a confusiones. 
El contratenor es una voz masculina que puede llegar a tener registro de contralto de forma natural o recurriendo a una técnica llamada falsete.
Las voces de hombres pueden ser de tres tipos: 
Tenor: Siendo esta la más aguda de las voces de hombre, su papel es el de llevar también la melodía a la obra, en complementación con la soprano. Ejemplos de soprano pueden ser Plácido Domingo, Luciano Pavarotti o Alfredo Kraus. 
Barítono: Ocupa el lugar intermedio entre tenor y el bajo. Es la voz de hombre más común. 
Bajo: La más grave de las voces masculinas. A partir de esta voz se construye toda la base armónica de una obra musical. 
Es importante aclarar que las tesituras de estas voces también pueden representarse en el pentagrama.
Si nos atenemos estrictamente a la estructura, los órganos de fonación son iguales en hombres y mujeres. Únicamente pueden diferir en tamaño, ya que las cuerdas vocales y las cavidades que producen la resonancia son más grandes en los hombres. Esto nos deja con la voz de una mujer adulta siendo una octava más aguda que la de un hombre. 
Las voces blancas engloban las voces de mujer y niño, y desde la antigüedad, la iglesia católica prohibió que las mujeres llevaran a cabo las liturgias. Esta prohibición se extendió a los cantos de mujeres en los templos. 
Al no poder formar parte las mujeres, se recurrió a las voces de los niños, que consideraban tocadas por los angeles, o a los hombres castrados que, al no haberse desarrollado, tenían un registro agudo parecido o igual al de los niños. 
La castración se llevaba a cabo entre los cinco y los diez años. El objetivo era privar a los niños de testosterona para que conservaran la voz con un timbre agudo, rico en armónicos y con una gran extensión vocal. 
Muchos niños no sobrevivían a la operación y otros solo desarrollaban una voz desagradable parecida al ruido que hacen las gallinas. 
Tan solo aquellos que mantenían el tono deseado por la iglesia acaban en los conservatorios de música, donde no les esperaba la mejor de las vidas. Hubo cantantes castrados en la Capilla Sixtina hasta el pontificado de Pío X, que prohibió las castraciones en 1903.
El único registro de cómo sonaba la voz de un castrati lo encontramos en una grabación de 1904, en la que un tal Alessandro Moreschi cantaba.

Daniel



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