FatiMatrioshka. Antología II (1991-2024) se exhibe el 7 de febrero y reúne una selección de trabajos de la artista, combinándolos con obra reciente.
Debutante en el Festival de Otoño de 1991, Miranda combina en sus conciertos técnicas vocales orientales, occidentales y de su propia invención concibiendo la voz como instrumento de viento y de percusión.
La cantante-performer Fátima Mirada resume más de tres décadas de creación en la antología FatiMatrioshka. Antología II (1991-2024), que presenta en Teatros del Canal el 7 de febrero. Esta licenciada en Historia del Arte, compositora, cantante e investigadora de la voz y de la música vocal de culturas tradicionales, realiza desde 1983 un trabajo de investigación en torno a la voz y a la música vocal de culturas tradicionales. Su debut se produjo en el Festival de Otoño de Madrid de 1991 con Las voces de la voz. En sus conciertos de una sola voz realiza una simbiosis musical con un significativo componente poético, gestual, visual, dramático y humorístico.
Su trabajo ha circulado por escenarios y festivales de todo el mundo, tanto en circuitos de música contemporánea y experimental como de teatro, performance art y poesía fonética.
Huyendo de estereotipos, Miranda combina técnicas vocales orientales, occidentales y de su propia invención concibiendo la voz como instrumento de viento y de percusión instalado en el propio cuerpo. Ello le ha permitido desarrollar un registro vocal que va de un transparente hilo de voz al alarido más salvaje, y que se pone al servicio de un lenguaje musical propio en el que se difuminan las fronteras entre canto, poesía, teatro, composición, improvisación e interpretación.
En su concierto-performance audiovisual para una sola voz y a capela en Teatros del Canal, Fátima Miranda reactiva una cuidada selección de trabajos de tres décadas, combinándolos con obra reciente. Su trabajo da la espalda a los cánones de belleza del canto y de la palabra, entrando en el bosque de oralidades que aún pueblan el mundo, evocadoras de códigos de comunicación ya extinguidos que anidan en el inconsciente colectivo. De esta manera, sus creaciones suscitan la imaginación de un viaje que puede transcurrir por África, Japón, India, el mar, la selva, un templo o un mercado.
La escasa utilización de palabras inteligibles acusa el carácter universal de su obra, que se levanta como contrapunto a la invasión de lo digital, de los smartphones, apps, ordenadores y artilugios de los que dependen músicas electrónicas y arte sonoro, que sin apenas intervención del cuerpo y del gesto resuelven conciertos con facilidades tecnológicas.
Entre Salamanca, –ciudad natal de la artista, donde estudió Letras– y Samarkanda –de camino a la India, donde estudió música–, entre Occidente y Oriente, entre la tradición y la vanguardia, se encuentran los campos por los que metafóricamente transitan y brotan las voces de la artista.
Entradas en la web de Teatros del Canal.
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