Todo empezó con esa envidia sana que se siente ante el virtuosismo. Ver a alguien tocar el piano y que ‘’ magia ‘’ sea lo primero que sale de tu boca es algo a tener en cuenta. Se puede convivir eternamente con esa envidia a media asta y no pasa nada, habrá mil cosas más que hacer (y las hay). El caso es que esa envidia puede derivar en curiosidad y es entonces cuando se empieza a transitar el camino que estoy a punto de comentaros.
Creo que la música es de las cosas más nobles que un ser humano puede emplear para expresarse y, partiendo de ahí, la maestría de cualquier instrumento se antoja como algo divino. Fue mi caso cuando puse los ojos sobre el piano, un instrumento complicado y que no ofrece garantías de éxito a todo el que posa el culo en un taburete y empieza a machacar las teclas. Con la edad te das cuenta de que no hay nada que se conquiste en este mundo sin sangre, sudor y lágrimas. Sustancias que no he tenido reparo en entregar a la vida cuando esta me ha exigido, pero, ¿tocar yo el piano? No con estas manos y, desde luego, no con la cantidad de cosas que hay que hacer. Al menos, así fue hasta que el fin de año me removió esa parte interior que nos hace tener propósitos de cara al siguiente. Pensé que era el momento de dar de lado a las excusas y al desánimo ante los retos. Fue el momento en que un amigo me comentó un vídeo de Jaime Altozano, al que, más o menos, todos conocemos por algo. Me dijo que se había tirado tres años creando un método para aprender a tocar el piano que consistía en varios niveles y una curva de dificultad supervisada al detalle. Vi el vídeo y la verdad es que ese tío sabe vender un producto. Además, no es ningún gurú meapilas y vendehúmos que te va a colar algo que no vale la pena. Los que veáis sus vídeos, lo entenderéis.
Pues bien, me informé y le dediqué la debida reflexión. Resultó que tenía las ganas, el piano y me lo podía costear. A este respecto, debo decir que el precio del pack de cuatro cursos más una expansión sobre villancicos es ridículo. Por 160 euros tengo a mi disposición un millar de de vídeos, pdfs, una comunidad para dudas y a un profesional motivado. Casi resultó inevitable que ayer lo comprara casi con los ojos cerrados. Es una cuestión de confianza en Jaime Altozano y, sobre todo, en mí mismo. Mientras escribo, soy capaz de explicaros lo que es una octava, que el re entre los dos sostenidos se llama ‘’ re natural ‘’ y que el truco para tocar octavas es tener la mano en posición como si sujetáramos una manzana y llevarla al piano de tal forma que los dedos toquen las teclas con las puntas, no con las yemas.
No se me ocurre mejor forma de empezar el año y mis artículos en el blog que celebrando haber dado un paso adelante en esta dirección. Espero muchas satisfacciones a lo largo de este proceso en el que procuraré dejar lo mejor de mí en esas teclas que he estado tocando sin ton ni son.
Gracias, Jaime Altozano y al método Musihacks.
Daniel
No hay comentarios:
Publicar un comentario