MUSICA PARA FRIKINVENTARIOS
Desde que tuve unas goteras hace varios meses y la visita del técnico que me puso un nuevo descodificador para la televisión tengo la habitación empantanada cosa mala. Como ya vamos teniendo una edad pues voy enjaretándola poco a poco, para evitar sustos y viajes a urgencias, tema siempre espinoso y peliagudo. Así que llevo varios meses moviendo material de un sitio a otro. Viendo dónde puede encajar ésta o aquélla colección. En fin, cosas de inventario friki y mierdas de esas. Muy divertido de hacer porque vas viendo lo que tienes y lo que te falta pero agotador para un cuerpo entrado en carnes y años más de la cuenta. Y para llevar a cabo esa tarea pesada nada mejor que poner música cañera para animarte cuando tienes que sacar de un armario todos los cómics de Hulk (conocido anteriormente como La Masa) para buscarles un sitio mejor. Que esa es otra. De pronto te queda libre cierto espacio, un par de baldas por poner un ejemplo. Bueno pues ahí precisamente quieres poner lo que más te gusta. Pero yo soy un tipo hiperactivo y lo que me puede gustar hoy quizá me interese un poco menos dentro de un mes. Voy funcionando por rachas, la verdad. Así que es un lío porque en ése sitio “mágico” que ha quedado libre quieres meter varias cosas a la vez lo que es físicamente imposible por lo menos en éste universo. A ver si inventan ya un baúl de ésos que salen en las pelis de Harry Potter que son más grandes por dentro que por fuera. Un baúl de esos necesito yo, caramba. Como combustible sónico para este tipo de safaris frikis dentro de casa he usado ésta semana dos discos. El primero un recopilatorio de Motörhead que probablemente ya les haya recomendado en alguna ocasión anterior titulado “Deaf Forever”. Trae nada menos que veinte canciones de la banda o versiones de títulos clásicos como “Louie Louie”. Nada como tener al amigo Lemmy Killmister, que en paz descanse (en el Valhalla probablemente) pegándote berridos al oído mientras mueves cómics de “El increíble Hulk” o “Los cuatro fantásticos”. Mucho mejor que un entrenador de esos de gimnasio que hay ahora que te pegan gritos al oído en plan sargento Hartman, el personaje interpretado por el gran R. Lee Ermey en “La chaqueta metálica” de Stanley Kubrick. Que el disco tenga 20 canciones está muy bien porque te lo pones y te desentiendes hasta dentro de un rato sin tener que poner otro nuevo. Pero algunas veces me he encontrado alguno que no he escuchado mucho, como el otro disco que les traigo de la banda KISS titulado “Carnival of Souls”, el décimo séptimo álbum de estudio de la banda publicado a finales de 1997. Trae grandísimas canciones como “Childhood’s End”, “I Will Be There”, “I Walk Alone” o “Jungle”. Los amigos de KISS parecen haber seguido el camino del colega Ozzy Osbourne y les ha dado por meter guitarras pesadas y dar caña de lo lindo en éste disco aunque todavía hay canciones más parecidas a su obra anterior. Como soy un puto inconsciente, a pesar de todo lo que me cuesta mover el material y la de cosas que me encuentro que todavía no he usado y que compré hace ni se sabe sigo yendo a tiendas a comprar más cosas, baratas eso sí. Yo siempre en plan raspas buscando la oferta y el descuento. No es mi culpa no haber nacido millonario como el puto Bruce Wayne. Sospecho que el disco de KISS lo compré de oferta también porque lo normal sería que me hubiera hecho con un grandes éxitos en su lugar. Tengo alguno grabado por un colega del trabajo pero yo prefiero tener los discos con su caja y su carátula. Me pasa igual con las películas en DVD. Y cuando terminas de hacer el camello en el “gimnasio friki” (que no vale para una mierda porque sigo siendo un puto gordo) nada mejor que sentarse a leer un ratito. Y lo mejor para leer “un ratito” es un libro de relatos como “Adiós a la Tierra” de Isaac Asimov, que compré de oferta en una tienda por menos de tres euritos. Con esos precios ¿quién es capaz de dejarlo allí? El pobre, ahí abandonado a su suerte. Nada de eso, te vienes para casa. Es una antología de relatos inéditos así que está curiosa aunque no es mejor que el libro que más me gusta de Asimov, “El fin de la infancia”. De hecho me atrevería a decir que es el único libro de ciencia ficción de dicho escritor y que el resto de sus obras son todas de misterio disfrazadas de ciencia ficción. Pero bueno, eso son marcianadas mías. Ea, hasta otra y ya saben, no olviden supervitaminarse y mineralizarse.
TELLY CHAVALAS
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